Félix Lichnowsk.
"(...) Esta bonita ciudad, situada en un valle profundo, rodeado de altas montañas, nos ofreció un buen descanso. El enemigo no se habla aventurado a venir aquí en toda la guerra por su situación y por las guerrillas que la protegían.
Un vasto edificio servia en ella de refugio a las monjas de Barcelona y a otras comunidades que se habían refugiado en Vallbona.
Es sabido que el Rey y los Príncipes de su familia tienen derecho a penetrar en todos los conventos, y las monjas tienen que levantar sus velos; de este modo, tuve ocasión de visitar, acompañando a Su Majestad, un convento de religiosas; la abadesa, que se distinguía por su cruz de oro, al frente de las monjas, recibió al Rey a la entrada de la reja y le hizo atravesar varias salas.
En el locutorio estaba preparado un almuerzo. Las buenas hermanas estaban muy contentas y nos instaban para que tomásemos de todo lo que habían dispuesto para nosotros.
Eran muy numerosas; las había de todas las edades y su 'hábito variaba, según la orden a que pertenecían; me fijé en el de las canonesas de Barcelona, que era blanco y negro, con un medallón esmaltado, sujeto al pecho por una cinta de color naranja.
Queda ron tristes cuando nos fuimos, y yo también hubiera permanecido más tiempo, pero al medio día tuvimos que dejar Vallbona, porque se aproximaba una columna enemiga; atravesamos 0llers [errada segurament per Omells] y Fulleda y acampamos en el lugar de Vinaixa.
Tristany, con sus batallones, se separó de nosotros para desviar la atención del enemigo. A petición de la junta, el Rey nombró a Urbiztondo comandante general de Cataluña, en lugar de Royo.
El 27 continuamos nuestro camino hasta Margalef; sólo estábamos a cuatro leguas del Ebro. Cuando lo supieron las tropas estalló una gran alegría (...).
Recuerdos de la guerra carlista de Félix Lichnowsk.
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